martes, 7 de abril de 2015

El hombre carnal, natural y espiritual.


Base Bíblica: 1Cor. 2:14-3:3. “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio, el espiritual juzga todas las cosas, sin que él sea juzgado por nadie. ¿Quién conoció la mente del Señor?  ¿Quién lo instruirá? Pues bien,  nosotros tenemos la mente de Cristo… De manera que yo,  hermanos,  no pude hablaros como a espirituales,  sino como a carnales,  como a niños en Cristo. Os di a beber leche,  no alimento sólido, porque aún no erais capaces; ni sois capaces todavía, porque aún sois carnales. En efecto, habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis como hombres?

Introducción.
La vida cristiana es una “vida abundante” llena de riquezas maravillosas e inescrutables, como ser participes de la “naturaleza divina”. (2Ped.1:3,4). Esto significa que la “vida de Cristo” nos ha sido impartida al venir a morar en nuestro espíritu. (Juan 3:6; 1Cor.6:17,19; 2Cor.4:7).
Siendo sinceros, nuestra vida y nuestro carácter, no refleja esa riqueza espiritual que debe caracterizarnos como cristianos.
Pablo hace referencia a tres clases de hombres: “el natural”, “el carnal” y el “espiritual”. Esta clasificación tiene que ver, tanto con la comprensión o entendimiento de las “cosas profundas de Dios” que son reveladas a los cristianos verdaderos (1Cor. 2:9-13), como con la manera de vivir que se conforma a las “cosas reveladas por Dios”.
Para entender la diferencia entre las tres clases de hombre, es necesario conocer primero las relaciones entre las partes esenciales del hombre: espíritu, alma y cuerpo.

1.- Relaciones entre espíritu, alma y cuerpo.
    a).- En la creación: 1ª posición espíritu; 2a Alma; 3a cuerpo.
    b).- En la caída: 1a posición Alma; 2a cuerpo; espíritu muerto (inactivo).
    c).- En la regeneración (nvo. Nacimiento) 1a pos. Espíritu; 2a alma; 3a   cuerpo.
Aunque la regeneración es instantánea (espíritu), la transformación o renovación es un proceso (alma) y la redención del cuerpo o glorificación ocurrirá hasta el arrebatamiento.

2.- El hombre natural.
De esta clase de hombre, no es necesario hablar pues se refiere al perdido, que no conoce a Cristo y por lo tanto vive siguiendo sus deseos e impulsos naturales pecaminosos. Es necesario darse cuenta que hay hombres naturales con una condición moral excelente. Por consiguiente, resulta que el “hombre natural” es completamente incapaz para entender las cosas reveladas, porque no ha recibido al “Espíritu que es de Dios”  Ha recibido solamente el “espíritu del hombre que está en él.” Aunque puede leer las palabras con la “sabiduría humana”, no puede recibir el significado espiritual de ellas, porque la revelación le es “insensatez”. No puede recibirla ni conocerla.

3.- El hombre carnal.
El apóstol (Pablo) continúa con la descripción del hombre “carnal”: “Y yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Os alimenté con leche, no con manjar sólido; porque no erais capaces de ello, y ni aun todavía sois capaces; porque sois todavía carnales” 1Cor. 3:1-4
Aunque son salvos, los cristianos carnales andan “conforme al uso de este siglo”. Son “carnales” porque son dominados por la carne. El cristiano “carnal” no está “en la carne” pero tiene “la carne” en sí. “Vosotros empero no estáis en la carne, sino en el espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros: mas si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de él” ( Rom. 8:9). El hombre “carnal” o, sea el “niño en Cristo”, no es capaz de entender las cosas profundas de Dios. El no es más que un niño; pero aun así, es importante notar, que es una altura de posición y realidad con la que no se puede comparar la incapacidad total del “hombre natural”.
Pero el cristiano carnal se caracteriza también por su andar al mismo nivel del andar del “hombre natural”. “¿No sois carnales, andando según el uso de los hombres?” (Compare con 2 Cor. 10:2-5). Los propósitos y los afectos del hombre carnal están centrados en la misma esfera no espiritual del hombre natural. En contraste con ese proceder de la carne, leemos: “Digo pues: Andad según el Espíritu, y no cumpláis los deseos de la carne”. Esta es la verdadera espiritualidad.
 
4.- El hombre espiritual.
La segunda clasificación de los creyentes en este pasaje es la del hombre espiritual. Un creyente es hombre espiritual cuando pasa la prueba referida y demuestra que tiene capacidad para recibir y conocer la revelación divina. “El hombre espiritual lo discierne todo.” “EL HOMBRE ESPIRITUAL” discierne todas las cosas. No hay ninguna limitación para él en lo que toca a las cosas de Dios. Puede recibir libremente la revelación divina y se gloria en ella. También, puede entrar, como cualquier otro, en las materias que son comunes a la sabiduría humana. Discierne todas las cosas; sin embargo, él mismo no es discernido ni entendido por nadie. ¿Cómo pudiera ser de otro modo siendo que él tiene “la mente de Cristo”?
Hay dos grandes cambios espirituales que los seres humanos pueden experimentar: el cambio del “hombre natural” al hombre salvo, y el cambio del hombre “carnal” al hombre “espiritual” Aquel se efectúa por el poder divino cuando hay fe verdadera en Cristo; éste se realiza cuando hay un ajuste verdadero al Espíritu. Experimentalmente puede ser que la persona que se salva por medio de la fe en Cristo se entregue al mismo tiempo sin reserva a Dios, y empiece de una vez una vida de rendimiento completo. Indudablemente eso sucede con mucha frecuencia. De esta manera sucedió en la experiencia de Saulo de Tarso (Hech. 9:4-6). Así que hubo reconocido a Jesús como su Señor y Salvador, dijo también: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” No hay evidencia alguna de que jamás se hubiese cambiado de esta actitud de rendimiento a Cristo. No obstante, debemos recordar que muchos cristianos son carnales, a los cuales la Palabra de Dios enseña claramente cuáles son los pasos que tiene que dar para que lleguen a ser espirituales. Entonces se hace posible el cambio del estado carnal al estado espiritual.
El “hombre espiritual” es el ideal divino en la vida y en el ministerio, en el poder con Dios y con los hombres, en comunión ininterrumpida y en bendición.

La transición de hombre carnal a hombre espiritual es un asunto de desarrollo, de crecimiento, de alcanzar madurez espiritual, del grado en que experimentamos a Cristo en nuestras vidas. Ese desarrollo o crecimiento espiritual tiene que ver con nuestra alimentación espiritual (1Cor. 3:1-3; Heb. 5:11-14; 1Ped. 2:2; Juan 16:12; Isa. 28:9-13).
En las siguientes entradas comenzaremos a exáminar: El conocimiento del Espíritu donde conoceremos como es el hombre espiritual 

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