sábado, 11 de abril de 2015

EL CONOCIMIENTO DEL ESPÍRITU DE DIOS.


                Isa 40:13  “¿Quién enseñó al Espíritu de Jehová, o le aconsejó enseñándole?”
 Introducción.
 Al cristiano se le llama así porque está relacionado con Cristo; pero “el hombre espiritual” además de su relación con Cristo para la salvación, es espiritual porque está relacionado con el Espíritu. Por lo tanto, cualquier esfuerzo para descubrir la espiritualidad verdadera (vivir  o andar en el espíritu) debe basarse sobre un entendimiento claro de la revelación bíblica concerniente al Espíritu y sus diferentes relaciones con los hombres. Examinemos entonces estas relaciones a las cuales les podemos llamar: Ministerios del Espíritu.

Los Ministerios del Espíritu.
Las relaciones finales y permanentes del Espíritu para con los hombres se revelan bajo siete ministerios; de los cuales, dos son para el mundo incrédulo; cinco son para todos los creyentes.
1.- El ministerio restrictivo del Espíritu.
2.- El ministerio del Espíritu para convencer al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.
3.- El ministerio regenerador del Espíritu.
4.- El ministerio del Espíritu como morador del creyente.
5.- El ministerio del Espíritu para bautizar.
6.- El ministerio del Espíritu para sellar.
7.- El ministerio del Espíritu en llenar.
Examinemos lo que la Escritura dice acerca de cada uno.

1.- El ministerio restrictivo del Espíritu. (2 Tes. 2:6-8)
Este es el único pasaje que trata de este aspecto de la obra del Espíritu. En dicho pasaje, el Apóstol acaba de exponer el hecho de que, inmediatamente antes del regreso de Cristo en Su gloria, habrá una apostasía y el “hombre de pecado” se revelaría, “el cual se opone a Dios, y se ensalza sobre todo lo que se llama Dios, o que es objeto de culto”.
Se dice a continuación: “Y ahora sabéis lo que lo detiene, para que sea revelado a su propio tiempo. Porque el misterio de iniquidad está ya obrando; sólo que hay quien ahora  lo detiene, y lo detendrá, hasta tanto que sea quitado de en medio: y entonces será revelado el inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su advenimiento”.
Aunque no se menciona la identidad del que detiene la manifestación del “hombre de pecado” es obvio que ningún poder humano puede hacerlo, solamente Dios mismo y siendo el Espíritu el Agente Divino activo en la presente dispensación, se deduce que este pasaje se refiere al Espíritu de Dios. Es evidente que es el Espíritu de Dios quien detiene los proyectos del “hombre de Satanás” hasta el tiempo señalado por Dios. Aquella relación particular o Presencia que comenzó con la Iglesia y ha continuado con ella, cesará naturalmente cuando sea quitada la Iglesia. Siendo Dios omnipresente, el Espíritu quedará en el mundo, pero Su ministerio presente y Su permanencia en la Iglesia habrán sido cambiados. El Espíritu estaba en el mundo antes del Día de Pentecostés; sin embargo, se nos dice que aquel día El vino conforme a la promesa de Cristo. Vino en el sentido de que inició una permanencia distinta en la iglesia -el cuerpo de creyentes- y un ministerio nuevo en el mundo. Este ministerio se terminará cuando la Iglesia sea arrebatada, y Su permanencia concluirá cuando Su templo de piedras vivas sea quitado. Así se puede concluir que la retirada del Espíritu será la reversión de Pentecostés, y no implica Su ausencia completa del mundo. Antes bien volverá a sostener las mismas relaciones y obrar lo mismo como lo hizo durante la dispensación anterior. Hay evidencias irrefutables de la presencia y poder del Espíritu en el mundo después del rapto de la Iglesia. La influencia restrictiva se retirará y la Iglesia será arrebatada en un tiempo futuro, aunque cercano, que sólo Dios sabe y entonces a las fuerzas de las tinieblas se les permitirá manifestarse en plenitud para luego enfrentar el juicio final.
Una evidencia del poder del Espíritu para detener el mal puede notarse en el hecho de que los hombres por profanos que sean no blasfeman libremente el nombre del Espíritu Santo. Hay un poder en el mundo que impide el desarrollo completo de la maldad, y este es uno de los ministerios del Espíritu.

2.- El ministerio del Espíritu para convencer al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio.
 Este ministerio, por su propia naturaleza, tiene que ser una obra con los individuos que están en el mundo, y no con el mundo entero como conjunto.
Juan 16:8-11 dice así: “Y cuando él haya venido, convencerá al mundo de pecado, y de justicia, y de juicio: de pecado, porque no creen en mi; de justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis más; de juicio, porque el príncipe de este mundo ha sido ya condenado”
Este pasaje revela tres aspectos de dicho ministerio del Espíritu.
A) El Espíritu ilumina la mente del inconverso con respecto al pecado. “De pecado, porque no creen en mi” El juicio completo del pecado ha sido tratado y consumado en la cruz, donde murió Jesús por nuestros pecados (Jn. 1:29). Por lo tanto, al hombre perdido es menester hacerle ver que, a causa de la cruz, su responsabilidad presente es aceptar el remedio que Dios ha provisto por sus pecados.
En este ministerio, el Espíritu no le avergüenza en cuanto a sus pecados; pero le revela el hecho de que hay un Salvador, a quien puede recibir o rechazar.
B) El Espíritu ilumina al inconverso con respecto a justicia. Para la gente mundana es extraño que la justicia perfecta pueda ganarse simplemente por creer en Jesús, sin embargo, cada alma perdida debe sentir, hasta cierto punto, esta gran posibilidad, si ha de constreñirse a acudir a Cristo y abandonar toda confianza en sí mismo. Eso es lo que hace este ministerio del Espíritu.
C) El Espíritu ilumina al inconverso para que entienda que el juicio divino ya se llevó a cabo; porque “el príncipe de este mundo ha sido ya condenado”. Mediante dicha iluminación el inconverso es conducido a reconocer que el problema no consiste en lograr que Dios se haga misericordioso en cuanto al juicio de sus pecados: al contrario, los pecadores han de creer que este juicio ya se efectuó y solamente les toca descansar en la victoria inapreciable que ha sido ganada para ellos. Al mundo se le hace saber que todo el poder de Satanás sobre el hombre a causa de sus pecados ha sido roto, de tal manera que Dios, puede ahora recibir y salvar a los culpables si ponen su fe en Jesús.
Indudablemente, es el propósito de Dios que el Espíritu se valga de los instrumentos que se digna escoger para iluminar al mundo con respecto al pecado, la justicia y el juicio. Puede usar un predicador, una porción de las Escrituras, el testimonio de un cristiano, o un tratado; pero tras todos estos medios humanos está la operación efectiva del Espíritu.

3.- El ministerio regenerador del Espíritu.
Este y los tres ministerios sucesivos del Espíritu se relacionan con la salvación de aquel que cree en Cristo. Es nacido del Espíritu (Jn. 3:6), y ha llegado a ser un hijo legitimo de Dios. Ha llegado a ser participante  “de la naturaleza divina” y, “Cristo, la esperanza de gloria”, ha sido engendrado en é1. Siendo un hijo de Dios, es también heredero de Dios, y coheredero con Cristo Jesús. Esta nueva naturaleza divina ha sido implantada más hondamente en su ser que la naturaleza humana que recibió de sus padres. Tal transformación se lleva a cabo cuando cree, y nunca se repite; porque la Biblia no enseña nada respecto a una segunda regeneración por el Espíritu.

4.- El ministerio del Espíritu como morador del creyente. 
El hecho de que ahora el Espíritu mora en cada creyente es una de las características más sobresalientes de esta edad. Es uno de los contrastes más importantes entre la dispensación de la ley y la de la gracia.
Es el propósito divino que bajo la gracia, la vida del creyente se viva mediante el poder inquebrantable del Espíritu. Este don era considerado por los primeros cristianos como un hecho fundamental que caracterizaba el nuevo estado del creyente.
El hecho de que el Espíritu mora en el creyente no se revela por medio de ninguna experiencia; no obstante, es el cimiento sobre el cual dependen todos los demás ministerios del Espíritu para el hijo de Dios. Es imposible comprender el plan y la provisión de Dios para una vida de poder y bendición, si uno ignora la revelación especifica  que manifiesta dónde está el Espíritu ahora en relación al creyente. Es menester que se entienda y se crea de todo corazón que el Espíritu reside ahora en el verdadero hijo de Dios, y que lo hace desde el momento que se salva porque la Biblia lo enseña explícitamente. Unos pasajes de la Escritura bastarán para indicar la enseñanza bíblica en cuanto a este tema.
Juan 7:37-39: “Y en el último día, el gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie, y clamó, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí, y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de adentro (la vida interior) de él fluirán ríos de agua viva. Esto empero lo dijo respecto del Espíritu, que los que creían en él habían de recibir; pues el Espíritu Santo no había sido dado todavía, por cuanto Jesús no había sido aún glorificado”. En este pasaje se encuentra la promesa especifica que todos los que creen en Cristo durante la presente dispensación reciben el Espíritu cuando creen.
Romanos 5:5: “Porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones, por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado”.
Romanos 8:9: “Vosotros empero no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es así que el Espíritu de Dios habita en vosotros: mas si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, el tal no es de é1”. Es obvio que aquí se hace referencia al Espíritu que mora en el creyente. Su presencia no es solamente una prueba del mero hecho de la salvación, sino que cada avivamiento del cuerpo mortal depende de “su Espíritu que habita en vosotros” (v. 11).
Romanos 8:23 “Y no tan sólo así (la creación entera), sino que nosotros también, que tenemos las primicias del Espíritu”. Aquí no se hace referencia a un grupo especial de cristianos. Todos los cristianos tienen “las primicias del Espíritu”.
1 Corintios 2:12: “Pero nosotros hemos recibido.... el Espíritu que es de Dios”. Otra vez observamos que todos los creyentes han recibido al Espíritu, y no meramente un grupo de ellos.
I Corintios 6:19-20: “¿Acaso no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que está en vosotros, el cual tenéis de Dios? Y no sois dueños de vosotros mismos; porque fuisteis comprados a gran precio; glorificad, pues, a Dios con vuestro cuerpo (y con vuestro espíritu que son de Dios)”.
Estas palabras no se refieren a un grupo muy santo de cristianos. Se revela por el contexto que los corintios eran culpables de pecado bastante serio, y el hecho de que el Espíritu moraba en ellos fue la base de esta exhortación. No se les dice que perderán al Espíritu a menos que dejen de pecar. Se les dice que tienen al Espíritu en ellos, y se les apela a que vuelvan a una vida de santidad y pureza por esta única razón.
1 Corintios 12:13: “Y a todos se nos hizo beber de un mismo Espíritu.” Los mismos imperfectos corintios se incluían en la palabra “todos” (véase también v. 7).
2 Corintios 5:5: “Y el que nos ha hecho para esto mismo, es Dios, el cual nos ha dado las arras del Espíritu.” Este don no es sólo para algunos cristianos, sino para todos.
Gálatas 3:2: “Esto sólo quisiera saber de vosotros: ¿Recibisteis el Espíritu por obras legales o por el mensaje de la fe?” Fue por la fe, y el Espíritu ha sido dado a todos los que han tenido esta fe salvadora.
Gálatas 4:6: “Y por cuanto sois hijos (no es por cuanto sois santificados), ha enviado Dios el Espíritu de su Hijo en vuestros corazones clamando: ¡Abba, Padre!”
1 Juan 3:24: “Y en esto conocemos que él habita en nosotros, por el Espíritu que él nos ha dado.”
1 Juan 4:13: “En esto conocemos que moramos en El, y El en nosotros, en que nos ha dado su Espíritu.” El Espíritu morador es una “unción o “ungimiento” para cada hijo de Dios; porque estas palabras no se usan para referirse solo a una clase de creyentes sino a todos (1 Juan 2:20,27).
Un argumento adicional para creer en que el Espíritu de Dios mora en todos los cristianos y no solo en algunos es el siguiente: Una vida santa, la cual tiene que depender siempre del poder capacitador del Espíritu, se exige tanto de un creyente como de otro. No hay una norma de vida para un grupo de creyentes y otra norma para otro grupo de creyentes. Si hubiera un hijo de Dios sin el Espíritu debiera ser exento, con toda razón, de aquellas responsabilidades que anticipan el poder y la presencia del Espíritu. El hecho de que Dios se dirige a todos creyentes como si tuviesen el Espíritu es evidencia poderosa de que en verdad lo tienen.
Por consiguiente, se puede concluir que todos los creyentes tienen el Espíritu. Esto no implica que todos hayan experimentado todas las bendiciones posibles de una vida llena del Espíritu. Reciben al Espíritu cuando se salvan, y no se registra ninguna palabra en la Biblia que sugiera que El jamás se retire. Su presencia permanece con ellos para siempre.

5.- El ministerio del Espíritu para bautizar.
Toda la enseñanza bíblica sobre este tema se presenta en los pasajes siguientes Mat.3:11; Marc. 1:8; Luc. 3:16; Jn. l: 33; Hech. 1:5; 11:16; Rom. 6:3, 4; 1Cor. 12:13; Gal. 3:27; Efe. 4:5: Col. 2:12. De estos solamente uno desarrolla el verdadero significado: “Porque por un mismo Espíritu todos nosotros fuimos bautizados, para ser constituidos en uno solo cuerpo, ora seamos judíos o griegos, ora seamos siervos o libres; y a todos se nos hizo beber de un mismo Espíritu” (1 Cor. 12:13; compare con Rom. 6:3).
Este ministerio del Espíritu no se relaciona con el poder o servicio del creyente en ningún pasaje. Trata de la formación del cuerpo de Cristo por medio de miembros vivos, y cuando uno se une vital y orgánicamente con Cristo, se bautiza en un solo cuerpo, y se le hace beber “de un mismo Espíritu” (véase v. 12). Siendo un miembro en el cuerpo de Cristo, el creyente sostiene con El una relación que implica servicio; pero el servicio se relaciona siempre con otro ministerio antes que el bautismo del Espíritu.
Puesto que el bautismo del Espíritu resulta de colocar al creyente orgánicamente en Cristo, es precisamente aquella operación de Dios la que establece cada posición y cada rango de los cristianos. No hay otra obra de parte de Dios en la salvación que tenga un resultado de más alcance que ésta. Es por medio de esta nueva unión a Cristo por la que se dice que el cristiano está “en Cristo”, y estando “en Cristo” participa de todo lo que es Cristo: Su vida, Su justicia y Su gloria. El inconverso está “sin Cristo”, pero entra completamente en esta unión con Cristo desde el momento que cree.
La relación orgánica con el cuerpo de Cristo se efectúa como parte de la gran obra de Dios en la salvación, la cual se realiza cuando se ejerce la fe salvadora. No hay evidencia alguna de que el bautismo del Espíritu se repita por segunda vez.

6.- El ministerio del Espíritu para sellar.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual sois sellados para el día de la redención” (Ef. 4:30; véanse también 2 Cor. l: 22; Ef.1:13). Este ministerio del Espíritu representa evidentemente el aspecto hacia Dios de la relación: autoridad, responsabilidad y una transacción final. Es “para el día de la redención” EI Espíritu mismo es el sello, y todos los que tienen el Espíritu son sellados. Su presencia en el corazón es la marca divina. Dicho ministerio del Espíritu se cumple cuando se ejerce la fe salvadora, y no puede repetirse, porque el primer sello es “para el día de la redención”.
De manera que hay cuatro ministerios del Espíritu para el creyente, los cuales se efectúan al momento que se salva, y nunca se repetirán una segunda vez: Es nacido, habitado, bautizado, y sellado mediante el Espíritu.
Se puede agregar que estos cuatro ministerios del Espíritu en el hijo de Dios no se relacionan necesariamente con una experiencia interna sensible en el cuerpo o el alma, ni con alguna manifestación externa. Puede ser que después que sea salvo, el Espíritu haga que estas verdades sean reales en su mayor comprensión de la salvación, y entonces serán motivo de mucho gozo y consuelo. Estos cuatro ministerios que se realizan en y para todos los creyentes del mismo modo constituyen “las arras del Espíritu” (2 Cor. l: 22; 5:5), y “las primicias del Espíritu” (Rom. 8:23).

7.- El ministerio del Espíritu en llenar. 

El hecho, la extensión, y las condiciones de este ministerio del Espíritu constituyen una información muy extensa, por lo que, se tratará este ministerio en un solo tema, que será el siguiente.  

Espero sus comentarios, sugerencias y preguntas. Los invito a leer el blog hermano: cristinismoverdadero.blogspot.com  Dios los bendiga.

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