viernes, 27 de febrero de 2015

 EL CONOCIMIENTO DE DIOS.
Juan 17:3  “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”.
¡Dios existe! Partiremos de la suposición de que quien examine  este articulo cree en DIOS.
¿Podemos conocer a Dios? Puesto que comprendemos que DIOS es infinito y absoluto y nosotros finitos y relativos, entendemos que es insondable, incognoscible. Pero Él desea que le conozcamos y por ello se ha revelado al ser humano.
¿Qué tanto podemos conocerlo?  Tanto como se haya revelado, solamente podemos conocer lo que ha revelado de sí mismo.
1.- Por la creación. Sal 19: 1, 2. Rom. 1: 19, 20; Rom. 2:14,15.
2.- Por Sus manifestaciones (Teofanías). Hebreos 1: 1, 2.
3.- Por las Escrituras Sagradas.
4.- Por Jesucristo. Hebreos 1: 1, 2.
Los cristianos verdaderos se regocijan en el hecho de que "El Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo". 1 Juan 5: 20. Y  “Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”. Lucas 10:22
Nada hay de sorprendente en el hecho de que Dios solamente pueda ser conocido si le place revelarse, y hasta dónde le place revelarse. Dice S. Pablo "porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios". I Cor. 2: 11.
Tenemos conocimiento verdadero de Dios en la Biblia, aunque no tenemos conocimiento exhaustivo. Podemos conocer algunos de los pensamientos de Dios, e incluso muchos de ellos, partiendo de la Biblia, y cuando los sabemos nosotros, como David, hallaremos que son «preciosos» (Sal 139:17).
Algunos dicen que no podemos conocer a Dios mismo, sino que sólo podemos conocer realidades en cuanto a él y saber lo que él hace. Otros han dicho que no podemos conocer a Dios como él es en sí mismo, pero que sólo podemos conocerle según se relaciona con nosotros (y hay cierta implicación de que estas dos cosas de alguna manera son diferentes). Pero la Biblia no habla de esa manera. Varios pasajes hablan de que conocemos a Dios mismo. Leemos las palabras de Dios en Jeremías: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada», afirma el Señor Jer. 9:23-24.
Aquí Dios dice que la fuente de nuestro gozo y sentido de importancia debe venir no de nuestras capacidades o posesiones, sino del hecho de que le conocemos.
De modo similar, al orar a su Padre, Jesús pudo decir: «y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú has enviado» (Jn 17:3). La promesa del nuevo pacto es que todos conoceremos a Dios, «desde el más pequeño hasta el más grande» (Heb 8:11), y la Primera Epístola de Juan nos dice «que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado entendimiento para que conozcamos al Dios verdadero» (1 Jn 5:20; vea también Gá 4:9; Flp 3:10; 1 Jn 2:3; 4.8). Juan pudo decir: «Les he escrito a ustedes, queridos hijos, porque han conocido al Padre» (1 Jn 2:13).
El hecho de que en efecto conozcamos a Dios mismo se demuestra adicionalmente al damos cuenta de que las riquezas de la vida cristiana incluyen una relación personal con Dios. Como implican estos pasajes, tenemos un privilegio mucho mayor que el simple conocimiento de datos en cuanto a Dios. Hablamos con Dios en la oración, y él nos habla mediante su palabra. Tenemos comunión con él en su presencia, entonamos sus alabanzas, y nos damos cuenta de que él mora personalmente entre nosotros y en nosotros para bendecimos (Jn 14:23). En verdad, esta relación personal con Dios  como Padre, como Hijo y como Espíritu Santo se puede decir que es la más grande de todas las bendiciones de la vida cristiana.
Resumiendo, podemos decir que al Dios infinito e incognoscible, le podemos conocer porque Él quiere que le conozcamos y se revela a nosotros. Por lo tanto es importante distinguir las tres etapas del conocer a Dios: 1.- Históricamente; 2.- Doctrinalmente; y 3.- Espiritualmente (como experiencia interna).
Dios es Uno.
El testimonio de las Escrituras es que hay solo un Dios verdadero. La creencia en solo un Dios es monoteísmo [Griego: mono = uno + theos = dios]. La creencia en más que un Dios es politeísmo [Griego: poly = muchos]. La fe cristiana es monoteísta
En Deuteronomio 6:4, se encuentra uno de las más importantes declaraciones en toda la Escritura acerca de Dios: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”.
Hay un solo Dios, pero es importante entender que la palabra “uno” proviene de la palabra hebrea “echad” que se refiere a una unidad más que al singular, que Elohim (El creador Todopoderoso) en génesis  es un  sustantivo plural y Adonaí (El señor), otra forma del A.T. para referirse a Dios también es plural. Esta verdad tendrá una gran importancia en el segundo nivel de estudio del conocimiento de la vida cristiana, cuando aprendamos que el único Dios verdadero existe como una unidad compuesta: el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo.
Dios es Relacional.

El testimonio de las Escrituras es que Dios desea una relación personal con Su creación, y especialmente, con el hombre quien Él creó a Su propia imagen. Esta es una de las verdades más grandes del cristianismo. Dios creó al hombre para que el hombre lo conociera y fuera destinatario de Su bondad. Cuando la relación entre el hombre y Dios fue rota por el pecado, Dios envió Su propio Hijo para que ésta relación fuera restaurada. Todos los que han sido reconciliados con Dios por medio de la fe en Su Hijo pueden tener la más grande confianza de que Dios busca una relación personal con ellos. Génesis 3:8-9 dice: “Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?”. El hecho de que Dios buscó a Adán y Eva inmediatamente después de su caída nos enseña que el carácter de Dios y Su deseo es tener una relación con el hombre aún en el estado caído para poder restaurarlo del pecado.

martes, 10 de febrero de 2015

El Conocimiento de la Vida Cristiana.



EL CONOCIMIENTO DE LA VIDA CRISTIANA.

Rom. 6:4 “Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva”.


INTRODUCCIÓN.
Los miembros de la iglesia primitiva con frecuencia se referían a sí mismos como aquellos que seguían el Camino. Pablo se refiere a su forma de vida como “el camino del Señor” y “el camino de Dios” (Hechos 18:25-26). En otras palabras, los primeros cristianos, que habían sido instruidos directamente por los apóstoles de Cristo, eran reconocidos por sus obras y sus acciones. Su forma de vida piadosa los distinguía de la sociedad en que vivían.
El camino de vida de los primeros cristianos se llamó el Camino porque ellos vivían de la forma en que Cristo vivía. Siguieron su ejemplo y obedecían sus instrucciones. El “Camino” era entonces, y sigue siendo, una forma de vivir y de pensar que es profundamente diferente de la que sigue la inmensa mayoría de la humanidad.
El cristianismo es más que un credo,  más que una religión. Es una manera de vivir para los que aceptan a Jesucristo como Salvador y Señor.
Dicha manera de vivir, se caracteriza por una relación íntima con Jesucristo (Dios manifestado en carne) como la piedra de fundamento, pero también en lo recibido por los Apóstoles y profetas (Efe. 2:20). De todo ello se comienza a conocer a través de la biblia, la palabra revelada y escrita de Dios.
La objeción común a esta última afirmación, es la gran confusión que existe ocasionada por la gran cantidad de “doctrinas” diferentes que se enseñan partiendo de una misma base bíblica. La razón de esta “variedad” de doctrinas sobre un mismo tema bíblico de debe a que se “interpreta” la biblia.
Para evitar esto, la misma Palabra de Dios nos da la dirección correcta en las siguientes citas bíblicas: 2Ped. 1:19-21; 1Cor. 2:7-11,16; Rom. 8:9-11; Efe.1:17-18.
De acuerdo con las Escrituras, la única manera de lograr un entendimiento correcto de lo que es verdaderamente la vida cristiana, es mediante recibir iluminación y revelación de parte de Dios mismo. Esto requiere del cristiano el aprender a ejercitar el espíritu para hacerlo sensible al trato de Dios.
Por no entender esto o por ignorarlo, multitudes de cristianos sinceros y bien intencionados viven un cristianismo fundado en doctrinas de hombres.