sábado, 13 de junio de 2015

La Plenitud del Espíritu. Anexo 2: Tres Condiciones para la Plenitud del Espíritu.


El cristiano verdadero por definición tiene el Espíritu de Dios morando en su espíritu. Es decir: Ha sido regenerado o recibido la vida nueva, bautizado en el Espíritu (hecho miembro del cuerpo de Cristo), habitado por el Espíritu (teniendo la vida Divina) y sellado por el espíritu (garantía de redención), pues cada una de estas actividades del Espíritu dependen de la fidelidad de Dios a su promesa de dar estas bendiciones al que cree y pone su fe en Jesucristo. Sin embargo la “llenura” o “plenitud del Espíritu” es una promesa que para su realización depende de la respuesta del cristiano a  los requerimientos de Dios.
De las tres condiciones bíblicas para que el cristiano pueda ser espiritual o lleno del Espíritu, dos de ellas se relacionan directamente con el asunto del pecado en la vida diaria del creyente, y la otra se relaciona con su rendición a la voluntad a Dios.
1.-La primera condición de la verdadera espiritualidad: No Contristéis al Espíritu.
2.-La segunda condición de la verdadera espiritualidad: No Apaguéis al Espíritu.
3.-La tercera condición de la verdadera espiritualidad: Andar en el Espíritu.
1.- No Contristéis al Espíritu.
Se les exhorta a los que son habitados por el Espíritu así: “Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual sois sellados para el día de la redención” (Ef. 4:30).
Se ha establecido que los cristianos vivan cada momento de su vida en compañía del Espíritu de Dios. Para ellos la vida es una unión vital, momento tras momento, con Aquel que es infinitamente santo. Por lo tanto, el pecado en el cristiano es diametralmente opuesto a las manifestaciones verdaderas del Espíritu en la vida.
El pecado destruye la espiritualidad. Necesariamente es así; porque cuando el pecado se tolera en la vida diaria del creyente, el Espíritu que le habita tiene que dejar Su ministerio bendito por medio de é1, y principiar un ministerio de súplica a é1. No se enseña en la Biblia que el Espíritu se retira a causa del pecado en el creyente a quien habita: más bien se contrista por el pecado. El hijo de Dios vive o con el Espíritu contristado o no contristado.
Por lo tanto, la vida verdaderamente espiritual depende, en gran parte, del entendimiento y ajuste correctos en lo que se refiere al problema del pecado en la vida cotidiana del creyente. Dios ha hablado en Su Palabra explícitamente en cuanto a esto, y se descubrirá que la enseñanza bíblica con respecto a este tema, es decir, el pecado del cristiano, se presenta en dos aspectos: 1) Dios ha provisto que el pecado en Su hijo pueda ser evitado,  y 2) también ha provisto un remedio para el pecado si ha sido cometido. Es imperativo que se reconozca esta doble clasificación del propósito de Dios al tratar con el pecado en Sus hijos.
Habiendo pecado, ¿qué es menester que haga el cristiano? ¿Cuál es la condición divina para efectuar la curación del estrago de pecado en la espiritualidad del creyente? Aquí no se debe tratar de nombrar los pecados que impiden al Espíritu. Se contrista por cualquier pecado y por todos los pecados, y es completamente capaz para convencer al que habita del pecado o de los pecados que le contristan. Entonces se trata únicamente del problema de un pecado conocido; porque ninguno puede tratar inteligentemente con pecado desconocido.
Si el cristiano anda en oscuridad espiritual sin darse cuenta del pecado en particular que ha cometido, es su privilegio orar a Dios para que le dé un entendimiento más claro.
En la Biblia, la oferta y condición divinas para la curación de las consecuencias del pecado en la vida del cristiano se cristalizan en una sola palabra: “confesar”
Pasajes bíblicos:
Juan 13:5-10; 15:3. El creyente del Nuevo Testamento, aunque ha sido limpiado una vez para siempre en cuanto a su salvación, también necesita ser limpiado de toda contaminación, y Cristo es el único que le puede limpiar.
1Juan 1:7-9. No se exige la perfección sin pecado en este pasaje. No se ordena al cristiano a que se convierta en luz, lo que sólo Dios puede ser: antes se trata de un ajuste inmediato a la luz que Dios derrama en la vida por el Espíritu. Se nos requiere la confesión,
Cuando El nos convence del pecado, o se contrista por el pecado, dicho pecado ha de ser tratado inmediatamente. El pasaje dice a continuación que hay solamente una condición para obtener la curación del efecto de pecado en la vida del creyente: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados, y limpiarnos de toda iniquidad” (v. 9).
1 Corintios 11:31-32. “Si nos juzgamos a nosotros mismos” significa que no debemos esperar la acción de Dios cuando cometemos pecado. Debemos actuar inmediatamente confesando la falta. Si el hijo se descuida en juzgarse a sí mismo, el Padre le administrará el castigo. El peso de la mano de Dios puede ser pesadísimo. David describe su experiencia cuando guardó “silencio” y no quiso confesar su pecado en Sal. 32:3-6: “Mientras callaba, se gastaron mis huesos en mi continuo gemido. Porque de día y de noche tu mano se agravaba sobre mi; volvióse mi verdor en sequedades de verano. Te hice manifiesto mi pecado, y no encubrí mi iniquidad; dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová y tú perdonaste la iniquidad de mi pecado. Por esto orará a ti toda alma piadosa en el tiempo en que puedas ser hallado”.
El cristiano que hace confesión completa de cada pecado conocido habrá quitado uno, si  es que no todos, los estorbos que impiden la plena manifestación del Espíritu.
2.- No Apaguéis al Espíritu.
“No apaguéis al Espíritu” (1 Tesalonicenses. 5:19).
El Espíritu “se apaga” por cualquier falta de rendición a la voluntad revelada de Dios. Es sencillamente decir “no” a Dios, y por lo tanto se relaciona íntimamente con los mandatos divinos en lo que se refiere al servicio; aunque también el Espíritu puede apagarse por cualquier resistencia a la providencia de Dios en la vida.
La palabra “apagar” cuando se usa en conexión con el Espíritu, no implica que se extingue, o que se retira: significa mis bien resistir al Espíritu. El Espíritu no quita Su presencia, pues ha venido para permanecer en el creyente. Según las Escrituras, la responsabilidad del creyente para alcanzar la espiritualidad verdadera se cristaliza otra vez en una sola palabra decisiva: “ofrecerse” “Sino antes, ofreceos vosotros mismos a Dios, como resucitados de entre los muertos, y vuestros miembros, como instrumentos de justicia para Dios” (Romanos 6:13; 12:1).
Nuestro Padre celestial nunca se equivoca. Su voluntad es siempre infinitamente mejor que la nuestra. Por lo tanto, no debemos apagar el Espíritu. No debemos decirle “no” a Dios. El deber de cada hijo de Dios es rendirse a su voluntad. Dicha rendición no concierne a un solo problema en la vida diaria, sino a una actitud permanente hacia Dios. Sin esta actitud de entrega a Dios no puede haber verdadera espiritualidad.

3.-Andar en el Espíritu.

La espiritualidad verdadera depende también de una actitud positiva de confianza en la presencia y poder del Espíritu que mora en nosotros. Las dos condiciones anteriormente mencionadas son negativas. Representan cosas que el creyente no debe hacer, si es que quiere ser espiritual. No debe contristar al Espíritu, reteniendo un pecado conocido en su vida sin confesarlo. No debe apagar al Espíritu, diciéndole “no” a Dios. La tercera y última condición se presenta por medio de un mandato positivo. Es algo que se tiene que hacer si se quiere ser espiritual.
Hay varios pasajes de las Escrituras en donde se nos presenta este deber de vital importancia; pero se expresa quizá con más claridad en Gál. 5:16: “Digo, pues; andad según el espíritu, y no cumpláis los deseos de la carne” El hijo de Dios no tiene poder en sí mismo para iniciar, promover, o mantener una vida “en el Espíritu”. Esta escritura, cuando se traduce correctamente, no exige lo imposible del cristiano, es decir, que él mismo lleve a cabo este andar “en el Espíritu” por medio de sus propias fuerzas. Más bien, se nos revela que el Espíritu es quien produce este andar en el cristiano. La responsabilidad humana consiste en depender enteramente del Espíritu. Andar por medio del Espíritu es sencillamente andar con confianza plena en la capacidad y poder de Aquel que mora en nosotros.
La tercera condición de la espiritualidad verdadera, es pues, una confianza inquebrantable en el Espíritu para que haga lo que ha venido a hacer, y lo que solo él puede hacer. Tal es la provisión del Padre a fin de que el pecado sea evitado en la vida de Su hijo.
La Biblia señala tres causas sobresalientes que impiden la espiritualidad en el hijo de Dios, las cuales hacen necesaria la confianza constante en el Espíritu que mora en él: 1) “El mundo” o, todo lo opuesto a las normas celestiales; 2) “la carne”, o lo que está dentro del cristiano que se opone al Espíritu y “codicia contra El” y 3) “el diablo” quien se opone a todo plan y propósito de Dios.

¿Qué es pues la verdadera espiritualidad? Puede definirse como las manifestaciones no impedidas del Espíritu que mora en el creyente. En total, hay siete de estas manifestaciones, y se ha provisto que se realicen por la presencia y poder del Espíritu en el creyente que no lo contrista, y que confiesa todo pecado conocido; que no lo apaga, rindiéndose a Dios; y que anda en el Espíritu con una actitud de confianza sólo en Su poder. Tal creyente es espiritual, porque es lleno del Espíritu. El Espíritu tiene libertad para cumplir en él todo el propósito y deseo de Dios. ¡Gracias a Dios que nos da la victoria, por medio de nuestro Señor Jesucristo! (1 Cor. 15:57).


 ¡Lo Que Significa Andar en el Espíritu!
"Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu" (Gálatas 5:25).
En otras palabras, "¡Si él vive en usted déjelo que El le dirija!"
En este mensaje, analizaremos dos cosas: (1) Lo que significa andar en el Espíritu; y (2) ¿Cómo puede obtenerse este andar?
1. ¡Andar en el Espíritu significa tener una dirección increíblemente detallada y decisiones sin confusión!
El Espíritu Santo provee instrucciones absolutamente claras y detalladas a quienes andan en El. Si usted anda en el Espíritu, entonces no anda en confusión, sus decisiones no son nubladas. Hechos 16 es uno de los mejores ejemplos de lo que significa andar en el Espíritu Santo.
Pablo había elegido a Silas y a Timoteo para ir con él a lo largo de las iglesias, para establecerlas: "Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día" (Hechos 16:5). En los días de Pablo no había continente más necesitado que Asia. Esa tierra estaba en oscuridad total. Y, al igual que muchos ministros celosos del día de hoy, Pablo quería ir donde estaba la necesidad. Pero en esta ocasión el Espíritu le prohibió predicar en Asia:
"Y atravesando a Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia" (verso 6).
Ellos comenzaron a salir, pero el Señor les dijo, "¡No, no deben ir en este momento!"
Pablo dijo, "¡Está bien, vamos a Bitinia! ¡Allí la gente está en tinieblas, y nosotros hemos sido llamados a ir. Vamos entonces!" Pero nuevamente, el Espíritu no se los permitió: Ellos fueron con el celo, pero sin buscar el consejo del Espíritu Santo. ¡Ellos no fueron enviados por el Espíritu Santo!
Pablo y sus hombres terminaron en Troas, indecisos y preguntándose dónde ir después. Es cuando Pablo recibió una visión:
"Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio, estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos" (verso 9).
Observe: Es cosa buena que el Espíritu no le dijera a Pablo la historia entera de esta visión. ¡El hombre que lo llamaba era un carcelero-pidiéndole venir a pasar una noche encerrado en las paredes de su prisión!
Amado, usted también será probado cuando comience a andar en el Espíritu. Pablo seguramente lo fue, juntamente con sus dos jóvenes siervos. ¡Cuando ellos llegaron en Filipos, una ciudad en Macedonia, ellos no encontraron al tal hombre, solamente mujeres!
"Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos" (versos 13-15).
¿Puede imaginarse lo qué Pablo pudo haber dicho a sus dos jóvenes asociados en el camino a la casa de Lidia? "Yo creo que vi a un hombre pidiendo ayuda. ¡Pero aquí sólo hay mujeres-ni un hombre a la vista! Espero haber oído al Señor correctamente."
Nosotros nos enojamos cuando Dios nos dice algo y no pasa exactamente como lo oímos. Queremos que cada detalle caiga en su lugar. ¡Y si no "vemos al hombre" rápidamente, somos prontos a descartar todo!
Entretanto, sin embargo, Dios había abierto el corazón de Lidia. ¡Un gran número de mujeres estaba siendo salvas, Dios se estaba moviendo, pero allí no había un hombre a la vista! ¡Desde luego, Dios hará toda clase de milagros maravillosos no esperados en camino hacia la visión y en camino hacia la obediencia!
Luego fueron encarcelados por echar fuera el espíritu de adivinación de una muchacha. Y fue allí en esa situación que pudieron predicar al hombre macedonio de la visión: ¡El carcelero!
Felipe y Pedro También Anduvieron en el Espíritu- Y Ellos Recibieron Increíbles Direcciones Bien Detalladas
Dios estaba usando a Felipe poderosamente para dirigir un avivamiento en Samaria. La gente estaba siendo salva, sana, libre de demonios. Pero el Espíritu dirigió a Felipe a salir de Samaria e ir al desierto de Gaza. En obediencia, Felipe empacó, diciendo adiós y comenzó a andar hacia su destino.
En el camino se encuentra con un eunuco Etíope en un carro, leyendo el libro de Isaías.
"Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro. Acudiendo Felipe…" (Hechos 8:29-30).
De repente Felipe abrió el mensaje de Isaías 53 a este hombre, dando a conocer a Jesús. Y la próxima cosa que Felipe supo es que el hombre recibió a Cristo y fue bautizado. Entonces, "Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio mas…" (Verso 39).
Muchas personas tienen problemas con este último verso: "El Espíritu arrebató a Felipe…." Pero Yo no. El Espíritu estuvo presente cuando los cielos y la tierra fueron creados; El fue Co-Creador con el Padre. ¡Por lo cual El seguramente podía llevarse a un hombre a su próxima misión de predicación!
Pedro estaba sobre el techo orando cuando Dios le mostró una visión. El Señor le estaba enseñando, "no llames sucio a lo que Yo he dicho que es limpio." Al esto tomar lugar, tres hombres se pararon a la puerta de Pedro, llamando, "¿Está Simón Pedro en casa?"
El Espíritu le dijo a Pedro, "Ve abajo, hay tres hombres parados a la puerta. Ellos te pedirán que vayas con ellos, y tienes que ir. ¡No dudes nada simplemente ve!" (Véase Hechos 10:19-22). ¡Estas fueron instrucciones absolutamente claras, y detalladas!
Luego, en Jerusalén, Pedro les dijo a los hermanos por qué él comió con Gentiles incircuncisos:
"Y el espíritu me dijo que fuese con ellos sin dudar…" (Hechos 11:12).
Pedro dijo, "El Espíritu me dijo que lo hiciera. ¡Yo comí con ellos porque el Espíritu Santo me habló claramente!"
La iglesia primitiva nunca envió a trabajadores o misioneros a menos que el Espíritu Santo los eligiera y los ordenara. Una persona no se acercaba simplemente hacia los apóstoles y les decía, "¡Yo tengo un llamado a Chipre, a Páfos, a Pergamo. ¡Por favor únjanme, mándenme-envíenme con su bendición!"
No, el Espíritu Santo hablaba claramente en reuniones de oración, nombrando a los que eran verdaderamente ungidos de Dios: "Ministrando éstos al Señor, y ayunando, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra para a que los he llamado. Entonces, habiendo ayunado y orado, les impusieron las manos y los despidieron. Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron…" (Hechos 13:2-4).
¡Si usted le pide al Espíritu Santo, El le dirá lo que necesita saber, incluyendo a dónde y cuándo ir! Incluidas en estas increíbles direcciones hay advertencias precisas sobre lo que vendrá. El Espíritu Santo advertirá con el fin de prepararle: "Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir" (Juan 16:13).
Jesús no estaba hablando solamente de profecía y de sucesos futuros. ¡El estaba hablando de su vida! Andar en el Espíritu Santo se trata de ser dirigido por El en un sentido práctico del diario vivir.
¡Andar en el Espíritu significa estar libre de preocupaciones, no importando lo que suceda!
Justo después de que Pablo había lanzado a los demonios fuera de la niña poseída, Satanás comenzó a zarandear las cosas. ¡El convenció a la muchedumbre para ponerse contra Pablo y Silas y repentinamente ellos estaban en medio de una crisis terrible!
Los magistrados de la ciudad los habían azotado y lanzado en la prisión. Y con cada azote en sus espaldas, yo casi que puedo oír al diablo decir, "¿Ustedes piensan que han ganado la victoria? ¿Piensan que van a lanzar a mis demonios fuera y tomar autoridad sobre mí? Yo los golpearé, los lanzaré en la prisión, amarraré sus manos y sus pies. Entonces déjenme ver cuánto alaban al Señor!"
El diablo parecía no saber: ¡Que cuando más se azota a un siervo de Dios el cual camina en el Espíritu, más alabanzas saca de él cuando lo azota! Si lo mete en una crisis, lo amarraré con problemas y preocupaciones, pero el cantará, gritará y adorará.
"Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían" (Hechos 16:25).
Si estamos para andar en el Espíritu, entonces debemos creer en el rescate sobrenatural de Dios de cada cautiverio de Satanás. No importa si Dios tiene que crear un terremoto para hacerlo. De hecho, eso fue exactamente lo que El hizo por Pablo: "Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron" (Hechos 16:26).
Satanás tratará de traerle la tentación más terrible que haya experimentado. El quiere sofocarle con culpabilidad, condenación, atención propia. Amado, tiene que levantarse en el Espíritu y quitar sus ojos de sus circunstancias y cautiverio. No trate de resolver todo por su cuenta. ¡Comience alabando, cantando, confiando en Dios-y El se encargara de su liberación!
2.- ¿Cómo puede obtener este andar en el Espíritu?
¡El mandamiento de andar en el Espíritu es dado a todos-no simplemente a un grupo de súper-santos! He aquí cómo puede obtener este andar:
A.- ¡Debe ir tras este andar con todo lo que hay en usted! Primero, pídale al Espíritu Santo que sea su guía y amigo: "…Pedid, y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y os abrirá" (Lucas 11:9-13).
Si usted es salvo, entonces le ha sido dado el Espíritu Santo. ¡Entonces pídale que tome dominio-ríndase a él! Tiene que determinar en su corazón querer que El lo conduzca y lo guíe. Moisés, hablando de los días postreros, dijo, "Mas si desde allí buscares a Jehová tu Dios, lo hallarás, si lo buscares de todo tu corazón y de toda tu alma" (Deuteronomio 4:29). "…te hizo oír su voz, para enseñarte… "(verso 36).
B.- Enfóquese en conocer y escuchar al Espíritu-y quite sus ojos de su problema y tentación. Pablo, Silas y Timoteo pudieron haber dado lugar a temor y depresión si ellos se hubieran enfocado en sus problemas. ¡En vez, ellos se enfocaron en Dios-cantándole y adorándole!
La mayoría del tiempo cuando oramos, nos enfocamos en los fracasos del pasado. Volvemos a tocar nuestras derrotas repetidamente, diciendo, "¡Oh, qué tan adelante estaría en el camino si no le hubiese fracasado a Dios y arruinado mi pasado!"
¡Amado, usted tiene que olvidar todo su pasado! Todo está bajo la sangre de Jesucristo-y el preocuparse es pérdida de tiempo. Olvide el pasado-olvídese aun de la última hora. Y también olvídese del futuro, porque solamente el Señor sabe lo que hay por delante. En vez, enfóquese únicamente en el Espíritu Santo, con toda su mente y todo su corazón. ¡Dese completamente a amarlo!
C.- Dedique suficiente tiempo a la comunión con el Espíritu Santo. El no hablará con nadie que tenga prisa. ¡Toda la Palabra de Dios es acerca de esperar en El!
Cuando esté en oración, no se atreva a pensar que la primera cosa que viene a su mente es la voz del Espíritu. ¡No, su carne y el diablo saben sus deseos de oír la voz del Espíritu-y ellos lo precipitarán y lo inyectarán con palabras que no son correctas!
Espere pacientemente. Busque al Señor y minístrele con alabanzas. Tome la autoridad sobre cualquier otra voz que murmulle en su pensamiento. Crea que el Espíritu es mayor que éstos, y que El no dejará que sea engañado o cegado. ¡Esté dispuesto a poner su corazón en Él como Jacob, y no lo deje ir hasta que él lo bendiga!
Un ejemplo extraordinario de andar en el Espíritu.
Nuestro ejemplo se encuentra en 1 Samuel 9. En este capítulo, Saúl fue enviado por su padre a buscar unas asnas que se habían extraviado. Tomando un mozo con él, Saúl buscó a lo largo de las tierras de Efraím, Salim, Benjamín y Zuf. Finalmente, el se desalentó y estuvo listo a darse por vencido. Pero entonces su mozo le habló de Samuel, un vidente; quizás el le podría decir dónde encontrar las asnas.
En esta ocasión, yo veo a Saúl como un tipo de creyente que únicamente buscaba orientación. Todo lo que él pensaba era: "¡¿Dónde están mis asnas? ¿Dónde debo ir? Ya no se qué hacer!"
Mientras tanto, Dios ya le había dicho a Samuel que un hombre joven vendría, y que le ungiera. Aquí Samuel es un tipo del Espíritu Santo, que conoce la mente de Dios; el recibe más que simplemente orientación. ¡Él sabe que Saúl ha sido elegido por Dios para jugar una parte en los propósitos eternos del cielo!
La primera cosa que hizo Samuel cuando Saúl llegó fue hacer una fiesta: "…sube delante de mí al lugar alto, y come hoy conmigo, y por la mañana te despacharé, y te descubriré todo lo que está en tu corazón" (1 Samuel 9:19).
Esto es exactamente lo que el Espíritu Santo desea de nosotros: que nos sentemos a la mesa del Señor y le ministremos, tener un tiempo especial a solas con El, escuchando Su corazón.
"Y de las asnas que se te perdieron hace ya tres días, pierde cuidado de ellas, porque se han hallado." (Verso 20).
Samuel estaba diciendo, "¡no te enfoques en conseguir orientación ahora, todo está arreglado. Hay algo más importante a mano. Tienes que conocer el corazón de Dios, Sus propósitos son eternos!"
Samuel colocó una porción entera de espaldilla ante Saúl, y ellos pasaron el tiempo hablando: "Y…Samuel habló con Saúl en el terrado" (verso 25). Después de esa noche de comunión, Samuel le pidió a Saúl que sacara a su mozo de la sala, para poder tener una sesión más íntima cara a cara: "…Di al criado que se adelante…mas espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios. Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?" (9:27; 10:1).
¿Puede usted ver lo que Dios está diciendo aquí? "¡Si tu realmente quieres andar en el Espíritu, si realmente quieres Mi unción, necesitas buscar más que orientación de Mí. Necesitas venir a Mi presencia y conocer Mi corazón, Mis deseos! ¡Lo que yo quiero es ungirte para usarte en Mi reino!"
Amado, olvide la orientación, olvide todo lo demás por ahora! Permítale al Espíritu Santo enseñarle las cosas profundas ocultas de Dios. Manténgase quieto en Su presencia, y deje que el Señor le muestre Su propio corazón. ¡Ese es el andar en el Espíritu en su más alta forma!
¡Cuando haga esto, la orientación vendrá, y no tendrá que preguntar! Cuando Saúl salía, Samuel le dijo, "ve camino a la sepultura de Raquel y tu recibirás la información que necesitas de tus asnas" (véase 10:2). ¡Entonces Saúl recibió una de las instrucciones más increíblemente detalladas en toda la Palabra de Dios!
Dios tiene un precioso aceite de unción que El quiere verter sobre usted. El quiere que usted salga de Su presencia con el aroma de Su unción. Y al salir de su presencia, El dirá con palabras suaves "Ah, lo que tú querías saber…." Él lo promete:
"Y Jehová hará oír su potente voz…"(Isaías 30:30).
¿Quiere usted andar en el Espíritu? Entonces coloque su corazón en busca de El ahora. Usted aprenderá a conocer Su voz - con claras orientaciones detalladas.

¡Amén!
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